Nos conocimos el primer día de clase en la Universidad, allá por el 98 (Uf! como pasa el tiempo). Y desde ese mismo día somos amigas. Irene es impulsiva, extrovertida, espontánea y en la mayoría de las ocasiones la puede el corazón por encima de todas las cosas. Poco que ver con mi reflexivo yo. A pesar de ello siempre hemos congeniado y hemos vivido muchas cosas buenas juntas. El paso del tiempo no ha hecho sino reforzar una amistad a pesar de las distancias (sobre todo la suya que no para de viajar y nunca sabes donde andará jeje). Es el nexo de unión de toda la familia de "agricolas" que aunque pasemos mucho tiempo sin vernos, sabemos que al menos una vez al año a la celebración del cumpleaños de Irene, no podemos faltar para ponernos al día. Es algo por lo que siempre la estaré agradecida. Y por estar "ahí" SIEMPRE. Este año el regalo de Irene estaba claro. Un cuadro. Un pedacito de mí.
Al principio son pequeños,
pero en su discurrir se hacen más fuertes y profundos
y una vez han empezado, ya no tienen vuelta a atrás.
Así sucede con los ríos, los años.... y la Amistad.
Antiguo versículo sanscrito